jueves, 21 de mayo de 2009

Fungus

Esa mañana me desperté con una sensación absorbente, como si un ácido de laboratorio me estuviera desintegrando por dentro. No fue como otros picores que había experimentado alguna otra vez, después comer con mujeres de PH incompatible –pido perdón a los que gustan de la buena cocina, pero nunca fui lo que se dice una adepto al uso de cubiertos limpios. Aquella mañana, la sensación que tuve fue similar a lo que imagino sucedería si alguien me incrustase una maraña de pelos oxidados y estos tuvieran la vitalidad suficiente como para desenredarse dentro de mí. O algo así.

La cuestión fue visceral, a pleno. Ahora que lo recuerdo, asumo que la bronca que sentí fue más intensa que la molestia –que, insisto, era brutal-, dado que yo, antes de buscar a un médico, a una curandera o –como mínimo- alguna pastilla antiácida, fui directo hasta su heladera.

Y, claro, como era de esperar, encontré todo: el remedio, la enfermedad y el motivo fundamental.

Una vez que pude descifrar el enigma que estaba comiendo mi preciada y exitosa entraña por dentro, me acerqué hasta la guardia de un hospital, pedí por un gastroenterólogo con la urgencia de alguien que está por vomitar un muñeco he-man, y le dije al médico. “Tengo basura en el estómago, ¿cómo hago para curármelo?”.

El doctor no era lo que se dice un hombre expeditivo. Más bien, creo que su conservaduría, como de mente en salsa de soja light, le impedía ver que sus preguntas del tipo “comió primero por la boca y luego se tocó la axila” o “se lavó con un bidet las manos haciendo la vertical de atrás hacia adelante” o “estuvo comiendo caca de rinoceronte con el calzoncillo sucio”, no hacían más que irritarme y –pido disculpas otra vez a los degustadores- tuve que decirle, sin amabilidad: “No, doctor. Sucede que yo como bastante y la mujer con la que salgo hace unos días compra en un superchino cerca de donde trabajo hace unos años y después fui a su departamento. Esto fue anoche. La comida fue pobre y yo pensé que se debía a que era viernes, fin de la semana; pero hoy que me levanté con esta picazón y después de haber leído un mensaje en su heladera en que Rosita le decía que la heladera estaba abierta como una flor, entendí que la comida no daba más. Así es que no, doctor, fue simplemente una comida convencional, de la caserita, que le dicen, y yo comida en mal estado no como. Si se vence, la tiro y punto”.

El hombre me recetó un no se qué que venía con una pipeta que me introduje inmediatamente, me refrescó y volví a su casa.

Cuando llegué, la mujer-transmisor responsable de asquerosidades imperceptibles me estaba esperando con el desayuno listo, el diario sobre sus rodillas, abierto en la sección de policiales (paradojas de la vida) y una cara de aflicción producida por mi ausencia que –creo- estuve tentado de convertir en chatarra. Pero me contuve.

Supongo ahora que no estaba tan enamorado de ella como creía en ese entonces, sino, lo que sigue no hubiera podido suceder. (Presten atención al siguiente diálogo que es posible tenga la destreza personal del paso del tiempo –esa cuestión inevitable de pensar que no fue tan grave y que uno es algo, aunque sea un poco genial- pero que, en definitiva, se desarrolló más o menos así).

- Me fui a la farmacia –le dije mientras untaba manteca rancia en su pan tostado con restos de moho quemado.
- ¿Para qué?
- Para comprar algo, es que me desperté con una necesidad.
- Qué interesante.
- Tengo ganas de que me hagas el almuerzo con todos los condimentos que tengas -arremetí mirándola fijo a los ojos, ella sonrió y atinó a decir:
- Eso es tentador.
- Sí, y hay algo más.
- ¿Qué más? –preguntó.
- Necesito que me dejes meter un pan en la salsa.
- ¿Te parece?
- Sí, y después pasártelo por la boca, refregarlo por todo tu cuerpo.
- Palomo, ¿en serio me decís?
- Sí, y quiero algo más.
- ¿Qué más? –preguntó, desencajado.
- Quiero que venga Yu Lee Oh.
- ¿Yu Lee Oh? ¿Yu Lee Oh Chengfer Song?
- Sí, Yu Lee Oh, Yu Lee Oh Chengfer Song, el que tiene el mercachino.
- ¿Cómo mercachino?
- Que Yu Lee Oh Chengfer Song tiene comida vencida adentro de su superchino.
- ¿Te contó el?
- Sí. ¿Vos sabías que a la comida vencida sobrevive en el aire?
- ¿De que estás hablando, Palomo?
- De la vida de la comida vencida. Es muy interesante. Pueden pasar de un superchino a una heladera, con un intervalo de dos horas guardados en una bolsa de plástico y se mantiene vencida.
- Palomo, me estás preocupando.
- Hacés bien, hacés bien, querida Marina. Ahora, servime más café, por favor -dije rogando que la fecha de vencimiento del café fuera al menos en el último lustro.

7 comentarios:

Aurora dijo...

jajajajajajajajajajaja!!!!
Tengo putrefacto el estomago...

Me reía sola y mis compañeros de trabajo me miraban, dios...

Eso, me hiciste reír, sos vos Mujer?
o tenés un Marido que dice la verdad?

Saludos
A.-

DC dijo...

Tengo un Marido que dice la verdad.
Que bueno que te haga reir. Hay que estar feliz en esta vida. Garpa que te haga reir?
jajaja

MQDLV dijo...

bueh, me robás descaradamente y encima ahora te querés levantar minas a través de esto. que mundo generoso

Aurora dijo...

jajajajajaja!
Pará... yo pensé que erás vos Mujer que dice la verdad! que tenía una visión masculina de tus situaciones.
De todas maneras, alguien que te copia o imita creo que a la única persona que quiere levantar es a vos... (cara de circunstancia)

VEO QUE LEISTE BASTANTE DE MI BLOG, Hombre que (cree) decir la verdad!
Ja...
Debo reconocer que, que me hagan reír es lo que más garpa.
Es tan Mersa que ni siquiera sabe lo que significa, sumamente cuadrado de mente.

Saludos a ambos!

:)

ANINU dijo...

También me rei! de verdad, con ruido.
Copado el diálogo entre Blogs!
En serio son dos plumas?
+ de mellizos que de marido y mujer. Nado muyyyy sincronizado para parejas (la duda flota).

visitaré otra vez

DC dijo...

Pedime el divorcio MQDLV... quedate con la mitad del IP.

Aurora: si, lei tu blog. El tema del hombre vs la verdad lo trate en algun comentario. La conclusion es que un hombre que dice la verdad no es muy hombre al fin.

DC dijo...

ANINU... es una mierda dudar... por ende, la duda flota :P