miércoles, 22 de abril de 2009

Espirales

Me levanté a mitad de la noche. Ese sueño me había movido el interior. Me incorporé en la plena oscuridad de la habitación dejando un abundante y húmero rastro de sudor en la cama. No podría distinguir si se trataba del sudor del escalofrío que se adueñaba de mis entrañas o de la intensa actividad sexual que nos había precedido. En mi sueño podía verla a ella en un desenfreno sexual con otro. Esa fogosidad perdida en años de noviazgo que se adueñaba de su alma y entregaba todo su cuerpo.

Quizás sólo dormí unas horas pero en mi mente las imágenes se extendieron una eternidad. Mil cuchillos en mi corazón al ver como ella con sus manos acariciaban la humanidad de otro hombre. El sentimiento desgarrador de estar allí y no poder más que mirar. La impotencia de tener que tolerar como otro disfrutaba salvajemente de su cuerpo. Se me iba el aliento en mis sueños al sentir la transpiración sexual que en ese ambiente se producía. Finalmente, desperté. Desperté pero la sensación no se iba. Volví a recostarme. No puede volver a conciliar el sueño; las imágenes y sensaciones me perseguían en mi alma. Era un sentimiento tan profundo que sólo podía venir para mostrarme la verdad. Eso no era más que lo que ocurría en ese preciso momento. Mientras yo dormía, ellos intercambiaban fluidos a mis espaldas. No volví a cerrar los ojos.

En la mañana me levanté, me vestí. Saludé a Clara que aún seguía en la cama.
–Nos vemos en la semana – le dije y me dirigí a la casa de Ella para decirle todo lo que pensaba y sentía. Cuando llegué, recordé el sueño, me paré a su puerta y toqué el timbre como siempre.

3 comentarios:

Natalia Figueira dijo...

ese "siempre" del final será un indicador de que la sensación del sueño, al fin, no importó?

DC dijo...

jajaja... tenes que leer ahora la segunda parte en el blog de MQDLV.
Aunque tocó como siempre, cuando entró, no fue como siempre.

Gracias por pasarte.

MQDLV dijo...

Este Juan, ¿es Juan Pistarini?